jueves, 15 de julio de 2021

VIII domingo después de Pentecostés / Dominica VIII Post Pentecosten


VIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
II clase, verde
Gloria, Credo y Prefacio de la Santísima Trinidad

Dominica VIII Post Pentecosten
 
La enseñanza del evangelio de hoy se reduce a una lección de prudencia cristiana y de celo sobrenatural. Sólo importa el cielo, y a él debemos tender utilizando las situaciones transitorias de aquí abajo, para caminar con más ímpetu.
Deberíamos mostrarnos tan hábiles en procurar nuestro porvenir futuro, como los hijos de las tinieblas en sus negocios temporales.
En la epístola se encontrará la razón profunda de este despego de las cosas de la tierra y el secreto de esta aspiración poderosa hacia las cosas del cielo. Es la gracia, la cual transforma nuestras vidas y las prepara a entrar en el reino celestial.
Es el Espíritu Santo quien nos da un alma de hijos y nos hace gritar: «!Abba  Padre!»
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En la Oración de la presente Domínica pedimos al Señor una gracia que es para nosotros manantial perenne de los más saludables bienes: la de pensar siempre lo que es más recto y santo.
¿Por qué tantos viven sumergidos en los más abominables vicios, esclavos de las más degradantes pasiones? Porque su entendimiento jamás se eleva a la consideración de aquellas verdades que les harían conocer su dignidad de cristianos, su origen nobilísimo, su fin sublime. El fin de los que viven según la carne, nos lo indica el Apóstol en la Epístola dos: Si viviereis según la carne, dice, moriréis.
Nada debemos amar tanto como la vida sobrenatural, la vida de la gracia. Esta exige la mortificación. Mortificando nuestros deseos desordenados, elevándonos a la consideración de las verdades cristianas, conservaremos la verdadera vida de nuestras almas, que es la vida de la gracia. Cuando nuestras pasiones quieran apartarnos de la práctica de nuestros deberes cristianos, recordemos la cuenta que algún día nos pedirá Dios de todos nuestros actos, de cuanto hemos recibido de El.
Esta verdad nos inculca el Evangelio de la presente Domínica. Si siempre la tuviéramos presente, nuestra vida sería santa, perfecta.

INTROITO  Salmo 47, 10-11. 2
Suscépimus, Deus, misericórdiam tuam in médio templi tui: secúndum nomen tuum, Deus, ita et laus tua in fines terræ: justítia plena est déxtera tua. V/.  Magnus Dóminus, et laudábilis nimis: in civitáte Dei nostri, in monte sancto ejus. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén
Hemos recibido, ¡oh Dios!, tu misericordia en medio de tu tem­plo; como tu nombre, ¡oh Dios!, así tu gloria llega hasta los confines de la tierra; tu diestra da la salvación. V/.  Grande es el Señor y dig­nísimo de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA
Todo se lo debemos a Dios. En el orden de la salvación mucho más que en el natural. ¿Cómo podríamos, sin Dios, «vivir según Dios»?
Largíre nobis, quǽsumus, Dómine, semper spíritum cogitándi qui recta sunt, propítius et agéndi: ut, qui sine te esse non póssimus, secúndum te vívere valeámus. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Te rogamos, Señor, nos concedas propicio la gracia de pensar y obrar siempre con rectitud; y, pues sin ti no podemos subsistir, lle­vemos una vida conforme a tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA Romanos 8, 12-17
“!Abba = Padre!” Es la oración de Cristo, que resume todo el ímpetu de su amor al Padre. Resume también la religión del cristiano: pronunciada en él por el Espíritu, le eleva por encima de la tierra.
Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Romános.
Fratres: Debitóres sumus non carni, ut secúndum carnem vivámus. Si enim secúndum carnem vixéritis, moriémini: si autem Spíritu facta carnis mortificavéritis, vivétis. Qui-cúmque enim spíritu Dei agúntur, ii sunt fílii Dei. Non enim accepístis spíritum servitútis íterum in timóre, sed accepístis spíritum adoptiónis filiórum, in quo clamámus: Abba (Pater). Ipse enim Spíritus testimónium reddit spíritui nostro, quod sumus fílii Dei. Si autem fílii, et herédes: herédes quidem Dei, coherédes autem Christi.

Lección de la carta del Apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos: Somos deudores, pero no de la carne para vivir según la carne. Pues si vivís según la carne, moriréis; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!». Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo.


GRADUAL Salmo 30, 3; 70, 1.
Esto mihi in Deum protectórem, et in locum refúgii, ut salvum me fácias. V/.  Deus, in te sperávi: Dómine, non confúndar in ætérnum.
Sé para mí el Dios que protege y un lugar de refugio, para que me salves.  V/.  En ti, Señor, he buscado amparo; no sea jamás confundido.

ALELUYA Salmo 47, 2
Allelúja, allelúja. V/.  Magnus Dóminus, et laudábilis valde, in civitáte Dei nostri, in monte sancto ejus. Allelúja
Aleluya, aleluya. V/.  Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. Aleluya.


EVANGELIO Lucas 16, 1-9
La parábola del mayordomo infiel ha de entenderse bien. No se trata, en modo alguno, de aprobar una gestión innoble.  La lección ha de ser ésta: Así como se asegura este hombre su porvenir, así debéis vosotros aseguraros la eternidad, poniendo en ello un celo no menor. El mismo Jesús indica el medio: Siendo los pobres los privilegiados de su reino, si con nuestras limosnas no los hacemos amigos, ellos nos ayudarán más tarde a entrar en el cielo.
Sequentia sancti Evangelii secundum Lucam.
In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis parábolam hanc: «Homo quidam erat dives, qui habébat víllicum: et hic diffamátus est apud illum, quasi dissipásset bona ipsíus. Et vocávit illum, et ait illi: “Quid hoc áudio de te? redde ratiónem vilicatiónis tuæ: jam enim non póteris villicáre.” Ait autem víllicus intra se: “Quid fáciam, quia dóminus meus aufert a me villicatiónem? fódere non váleo, mendicáre erubésco. Scio quid fáciam, ut, cum amotus fúero a villicatióne, recípiant me in domos suas.” Convocátis ítaque síngulis debitóribus dómini sui, dicébat primo: “Quantum debes dómino meo?” At ille dixit: “Centum cados ólei.” Dixítque illi: “Accipe cautiónem tuam et: sede cito, scribe quinquagínta.” Deínde álii dixit: “Tu vero quantum debes?” Qui ait centum choros trítici.” Ait illi: “Accipe lítteras tuas, et scribe octogínta.” Et laudávit dóminus víllicum iniquitátis, quia prudénter fecísset: quia fílii hujus sæculi prudentióres fíliis lucis in generatióne sua sunt. Et ego vobis dico: fácite vobis amícos de mammóna iniquitátis: ut cum defecéritis, recípiant vos in ætérna tabernácula.»

Continuación del Santo Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”. El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. Este respondió: “Cien barriles de aceite”. Él le dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él dijo: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

 

Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 17, 28.32.
Pópulum húmilem salvum fácies, Dómine, et óculos superbórum humiliábis: quóniam quis Deus præter te, Dómine?
Tú salvas al pueblo humilde, y humillas los ojos de los soberbios, porque ¿qué otro Dios hay fuera de ti, Señor?

SECRETA
Suscipe, quǽsumus, Dómine, múnera, quæ tibi de tua largitáte deférimus: ut hac sacrosáncta mystéria, grátiæ tuæ operánte virtúte, et præséntis vitæ nos conversatióne sanctíficent, et ad gáudia sempitérna perdúcant. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,
Te rogamos, Señor, aceptes propicio los dones que recibidos de tus manos, te ofrecemos, para que, mediante la operación de tu gracia, nos santifiquen estos sacrosantos misterios en la presente vida, y nos conduzcan a los goces eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos tam­bién de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confesando una verdadera y eterna  Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

COMUNIÓN Salmo 33, 9
Gustáte et vidéte, quóniam suávis est Dóminus: beátus vir, qui sperat in eo.
Gustad y ved cuán suave es el Señor; dichoso el varón que en él confía.

POSCOMUNIÓN
Sit nobis, Dómine, reparátio mentis et córporis cæléste mystérium: ut, cujus exséquimur cultum, sentiámus efféctum. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Sírvanos, Señor, este celestial misterio para repa­ración de alma y cuerpo; pa­ra que al celebrarlo, experimentemos sus saludables efectos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.