TIEMPO DE SEPTUAGÉSIMA
Ciclo de Pascua
Con el tiempo de Septuagésima comienza el segundo ciclo del año eclesiástico. El ciclo de Navidad está centrado en el nacimiento del Salvador; el ciclo de Pascua en su Pasión y Resurrección. En uno y otro se trata el mismo tema; es decir, de la transformación radical de nuestra vida con la venida de Cristo a este mundo. Éramos pecadores y enemigos de Dios, y Cristo ha hecho de nosotros hijos de Dios, que participan de su propia vida; nos hemos convertido en coherederos de su reino. Pero mientras Navidad es la salvación que baja de lo alto, la transformación de nuestra vida por el misterio de la encarnación del Verbo, Pascua es la redención de los hombres, adquirida al precio de la cruz. Aquí, el Salvador entra en lucha con el demonio y las potestades del mal para triunfar, aplastar a Satanás, resucitar glorioso y llevarnos consigo a la patria del cielo. Así pues, el periodo litúrgico que se abre con Septuagésima y que se extenderá hasta el fin de la Cuaresma se presenta como un periodo de lucha y esfuerzos que debemos afrontar con Cristo y que terminará gracias a él, con la victoria y la alegría triunfal de la Pascua. En la mañana de Pascua, en la tumba de Cristo brotará la vida nueva de los bautizados, resucitados con él.
En el Tiempo de Septuagésima, que abre el ciclo de Pascua, entra de lleno en el tema de la liturgia de Cuaresma y del Tiempo Pascual, a saber: el paso de la humanidad del estado de decadencia y esclavitud a que le redujo el pecado a una regeneración y una liberación que sólo Dios puede concederle. La liturgia, pues, comienza introduciéndonos en las profundidades de la decadencia humana. En maitines -el oficio de lecturas que rezan los clérigos- relee el Antiguo Testamento para que adquiramos conciencia de nuestra miseria. El primer domingo recuerda el pecado original con la caída de nuestro primer padre: Adán (Septuagésima). Luego viene el cuadro lamentable de sus consecuencias funestas, con la perversión de los hombres y el diluvio universal, que es su castigo: Noé (Sexagésima). El gesto de Abraham preparándose para inmolar a su hijo presagia el sacrificio que va a exigir Dios de su propio Hijo, en expiación de las transgresiones cometidas por la humanidad (Quincuagésima). En la misa, después de un angustioso, aunque confiado llamamiento al socorro divino (introito de los tres domingos), hallarnos en las epístolas de san Pablo una apremiante invitación a la fidelidad y al esfuerzo, así como a la caridad, de la que hace un elogio admirable. Vienen luego los evangelios, llenos totalmente de la esperanza de la salvación. La parábola de los obreros de la viña muestra que la redención se extiende a todas las edades; la del sembrador que llega a todo hombre que recibe la palabra de Dios; la curación, del ciego de Jericó, que sigue al anuncio de la pasión, proclama ya el paso de las tinieblas a la luz. Esta liturgia, en que la miseria y la extensión del pecado imploran la redención anunciada, sirve de introducción admirable a la Cuaresma y a la liberación pascual.
Normas para el tiempo de septuagésima:
-Se suprimen el Aleluya del oficio y de la misa hasta la noche de Pascua. En la misa del domingo y de las fiestas de los santos se recita o canta en su lugar el Tracto. En la invocación inicial del oficio Deus in adiutorium se sustituye el Alleluia, por Laus tibi, Domine, Rex aeternae gloriae.
-MISA DOMINICAL. No se dice Gloria, pero sí Credo. Se dice Prefacio de la Santísima Trinidad. El color de los ornamentos es morado. La misa del Kyriale sigue siendo Orbis Factor omitiendo el Gloria. Estos domingos solo ceden ante fiestas de I clase y fiestas del Señor de II clase.
-OFICIO DOMINICAL.
- I Vísperas y II Vísperas. Antífonas, salmos e Himno del salterio. Capítula, ant. Magn. y Oración propias.
- Maitines. Invit. Propio: Preocupemus. Himno, ants. y salmos del salterio. 3 Lecciones propias sin Te Deum.
- Laudes. Antífonas propias con salmos del esquema II de Laudes. Capit., ant. Bened y oración propias.
- Horas menores. Ant., Cap. y Resp. Brev. Propios. Salmos del domingo. En prima, salmo 53.
-FIESTAS (I, II y III clase). Se dice Gloria, tracto, -Credo, si lo exige- y prefacio propio o común.
-FERIAS. Las ferias del tiempo de septuagésima son de IV clase, con ornamentos morados. Se dice la misa del domingo anterior sin tracto ni Credo. Prefacio común. Se permiten las misas votivas de IV clase y la cotidiana de difuntos. En el oficio ferial se omite el Te Deum y se toma el esquema II de Laudes. El resto del salterio. La ant. magn. es propia de la feria, pero no se conmemora.