sábado, 5 de marzo de 2016

SÁBADO DE LA III SEMANA DE CUARESMA


SÁBADO DE LA III SEMANA DE CUARESMA
Estación en Santa Susana

Idea dominante de la Misa de esta Feria: La protección y el socorro de Dios son todopoderosos

INTROITO    Salmo 5, 2-3
Presta oídos, Señor, a mis palabras; escucha mis clamores, atiende a la voz de mis suplicas, oh mi Rey y Dios mío. (S) Porque a ti enderezare mi oración: de mañana, oh Señor, oirás mi voz. v/. Gloria al Padre…

COLECTA 
Te suplicamos, oh Dios todopoderoso, nos concedas que quienes macerando la carne se abstienen de los alimentos, se abstengan también de pecar, siguiendo los caminos de la justicia. Por nuestro Señor…

EPISTOLA Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62.
Había un varón, que habitaba en Babilonia, llamado Joaquín; el cual casó con una mujer llamada Susana, hija de Helcías, hermosa en extremo, y temerosa de Dios, porque sus padres, que eran virtuosos, instruyeron a su hija según la ley de Moisés. Era Joaquim un hombre muy rico, y tenía un jardín junto a su casa, al cual concurrían muchos judíos, por ser Joaquín el más respetable de todos ellos. Y en aquel año fueron elegidos jueces del pueblo de los judíos dos ancianos de aquellos de quienes dijo el Señor que la iniquidad había salido en Babilonia de los ancianos que eran jueces, los cuales parecía que gobernaban al pueblo. Frecuentaban éstos la casa de Joaquim, donde acudían a ellos todos cuantos tenían algún pleito. Y cuando al mediodía se iba la gente, entraba Susana a pasearse en el jardín de su marido.
La veían los viejos cada día cómo entraba a pasearse; y se inflamaron en malos deseos hacia ella; y perdieron el juicio, y desviaron sus ojos para no mirar al cielo, y para no acordarse de sus justos juicios. Y mientras estaban aguardando una ocasión oportuna, entró ella en el jardín, como solía todos los días, acompañada solamente de dos doncellas, y quiso bañarse en el jardín, pues hacía mucho calor.
Y no había en él nadie sino los dos viejos, que se habían escondido, y la estaban acechando. Dijo, pues, ella a sus doncellas: Traedme la confección aromática y los perfumes, y cerrad las puertas del jardín; pues quiero bañarme. Así que se hubieron ido las criadas, salieron los dos viejos, y corriendo hacia ella, le dijeron: Mira, las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros estamos enamorados de ti, condesciende, pues, con nosotros, y cede a nuestros deseos. Porque si te resistieres a ello, testificaremos contra ti, diciendo que estaba contigo un joven, que por eso despachaste tus doncellas. Prorrumpió Susana en gemidos, y dijo: Estrechada me hallo por todos lados, porque si yo hiciere eso que queréis, sería una muerte para mí; y si no lo hago, no me libraré de vuestras manos. Pero mejor es para mí caer en vuestras manos sin haber hecho tal cosa, que pecar en la presencia del Señor. Y dio Susana un fuerte grito; y gritaron entonces los viejos contra ella. Y corrió uno de ellos a las puertas del jardín, y las abrió. Y así que los criados de la casa oyeron ruido en el jardín, corrieron allá por la puerta excusada para ver lo que era. Y después de haber oído los criados lo que decían los jueces, quedaron sumamente avergonzados; porque nunca tal cosa se había dicho de Susana. Llegó, pues, el día siguiente. Y habiendo acudido el pueblo a la casa de Joaquín su marido, vinieron también los dos viejos, armados de falsedades contra Susana, para condenarla a muerte. Dijeron, pues, en presencia del pueblo: Envíese a llamar a Susana, hija de Helcías, mujer de Joaquín. Y enviaron luego por ella. La cual vino acompañada de sus padres e hijos y de todos sus parientes. Entretanto lloraban los suyos y cuantos la conocían. Y levantándose los dos viejos en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana. Ella, deshaciéndose en lágrimas, levantó sus ojos al cielo; porque su corazón estaba lleno de confianza en el Señor. Y dijeron los viejos: Estándonos paseando solos en el jardín, entró con dos criadas; y cerró las puertas del jardín enviando fuera las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido, y pecó con ella. Y nosotros que estábamos en un lado del jardín, viendo el atentado fuimos corriendo adonde estaban, y los hallamos en el mismo acto. Mas al joven no pudimos prenderlo, porque era más robusto que nosotros, y abriendo la puerta se escapó corriendo. Pero habiendo cogido a ésta, le preguntamos quién era el joven, y no nos lo quiso declarar, de este suceso somos nosotros testigos. Les dio crédito la asamblea, como ancianos que eran y jueces del pueblo; y la condenaron a muerte. Susana exclamó en alta voz y dijo: ¡Oh Dios eterno, que conoces las cosas ocultas, que sabes todas las cosas aun antes que sucedan! Tú sabes que éstos han levantado contra mí un falso testimonio; y he aquí que yo muero sin haber hecho nada de lo que han inventado maliciosamente contra mí. Y oyó el Señor su oración. Y cuando la conducían al suplicio, el Señor manifestó el santo espíritu de profecía en un tierno jovencito llamado Daniel; el cual, a grandes voces, comenzó a gritar: Inocente seré yo de la sangre de ésta. Y volviéndose hacia él toda la gente, le dijeron: ¿Qué es eso que tú dices? Mas él, puesto en pie en medio de todos, dijo: ¿Tan insensatos sois, ¡oh hijos de Israel!, que, sin forma de juicio y sin conocer la verdad del hecho, habéis condenado a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque éstos han dicho falso testimonio contra ella. Retrocedió, pues, a toda prisa el pueblo; y los ancianos le dijeron a Daniel: Ven, y siéntate en medio de nosotros e instrúyenos; ya que te ha concedido Dios la honra y dignidad de anciano. Y dijo Daniel al pueblo: Separad a estos dos lejos el uno del otro, y yo los examinaré. Y así que estuvieron separados el uno del otro, llamando a uno de ellos, le dijo: Envejecido en la mala vida, ahora llevarán su merecido los pecados que has cometido hasta aquí, pronunciando injustas sentencias, oprimiendo a los inocentes y librando a los malvados, a pesar de que el Señor tiene dicho: No harás morir al inocente ni al justo. Ahora bien, si la viste pecar, di: ¿Bajo qué árbol los viste confabular entre sí? Respondió él: Debajo de un lentisco. A lo que replicó Daniel: Ciertamente que a costa de tu cabeza has mentido; pues he aquí que el ángel del Señor, por sentencia que ha recibido de él, te partirá por medio. Y habiendo hecho retirar a éste, hizo venir al otro, y le dijo: Raza de Canaán y no de Judá, la hermosura te fascinó y la pasión pervirtió tu corazón. Así os portabais con las hijas de Israel, las cuales de miedo condescendían con vuestros deseos; pero esta hija de Judá no ha sufrido vuestra maldad.
Ahora bien, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste tratando entre sí? El respondió: Debajo de una encina. A lo que repuso Daniel: Ciertamente que también tú mientes en daño tuyo; pues el ángel del Señor te está esperando con la espada en la mano, para partirte por medio y matarte. Entonces toda la asamblea o muchedumbre exclamó en alta voz, bendiciendo a Dios que salva a los que ponen en él su esperanza. Y se levantaron contra los dos viejos, a los cuales convenció Daniel por la misma boca de ellos de haber proferido un falso testimonio, y les hicieron el mal que ellos habían intentado contra su prójimo; y poniendo en ejecución la ley de Moisés, los mataron; con lo que fue salvada en aquel día la sangre inocente.

GRADUAL    Salmo 22, 4
Aunque caminase yo por medio de la sombre de la muerte, no temeré ningún desastre; porque tú estás conmigo, Señor. Tu vara y tu báculo han sido mi consuelo.

EVANGELIO Juan 8,1-11
Jesús se retiró al monte de los Olivos:  Y al romper el día volvió según costumbre al templo; y como todo el pueblo concurría a él, sentándose se puso a enseñarlos.  Cuando he aquí que los escribas y fariseos traen a una mujer cogida en adulterio y, poniéndola en medio,  dijeron a Jesús : Maestro, esta mujer acaba de ser sorprendida en adulterio.  Moisés en la ley nos tiene mandado apedrear a las adúlteras. Tú ¿qué dices a esto? Lo cual preguntaban para tentarle y poder acusarle. Pero Jesús se inclinó hacia el suelo, y con el dedo escribía en la tierra.
Mas como porfiasen ellos en preguntarle, se enderezó, y les dijo: El que de vosotros se halla sin pecado, que le tire la primera piedra.  Y volviendo a inclinarse otra vez, continuaba escribiendo en el suelo.  Mas, oída tal respuesta, se iban escabullendo uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta que dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio. Entonces Jesús, enderezándose, le dijo: Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?  Ella respondió: Nadie, Señor. Y Jesús compadecido le dijo: Pues tampoco yo te condenaré. Anda, y no peques más.

OFERTORIO    Salmo 118,133
Endereza mis pasos según la norma de tus palabras, y haz que no reine en mi injusticia ninguna, Señor.

SECRETA
Te pedimos, oh Dios todopoderoso, nos concedas que el don ofrecido en este sacrificio purifique siempre y defienda nuestra fragilidad de todo mal. Por nuestro Señor…

COMUNION     Juan 8, 10 y 11
¿Ninguno te ha condenado, mujer? Ninguno, Señor. Tampoco yo te condenare; no quieras ya pecar más.

POSCOMUNION
Te suplicamos, oh dios todopoderoso, que seamos contado entre los miembros de aquel, cuyo cuerpo y sangre acabamos de recibir, Que contigo vive…

SOBRE EL PUEBLO
Oremos. Humillad ante Dios vuestras cabezas
Extiende, Señor, sobre tus fieles la diestra del auxilio celestial, para que te busquen de todo corazón y merezcan conseguir lo que dignamente piden. Por nuestro Señor…

Transcripto por Dña. Ana María Gálvez

TEXTOS EN LATÍN

Sabbato post Dominicam III in QuadragesimaStatio ad S. Susannam
Introitus. Ps. v: 2-3.
Verba mea áuribus pércipe, Dómine, intéllege clamórem meum: inténde voci oratiónis meæ, Rex meus et Deus meus. Ps.ibid.,4Quóniam ad te orábo, Dómine: mane exáudies vocem meam. Glória Patri. Verba mea.
Oratio.
Præsta, quǽsumus, omnípotens Deus: ut, qui se, affligéndo carnem, ab aliméntis ábstinent; sectándo justítiam, a culpa jejúnent. Per Dóminum.

Dan. xiii: 1-9,15-17,19-30 et 33-62.
Léctio Daniélis Prophétæ.
In diébus illis: Erat vir hábitans in Babylóne, et nomen ejus Jóakim: et accépit uxorem nómine Susánnam, fíliam Helcíæ pulchram nimis, et timéntem Deum: paréntes enim illíus cum essent justi, erudiérunt fíliam suam secúndum legem Móysi. Erat autem Jóakim dives valde, et erat ei pomárium vicínum dómui suæ: et ad ipsum confluébant Judǽi, eo quod esset honorabílior ómnium. Et constítuti sunt de pópulo duo senes júdices in illo anno: de quibus locútus est Dóminus: «Quia egréssa est iníquitas de Babylóne a senióribus judícibus qui videbántur régere pópulum.» Isti frequentábant domum Jóakim, et veniébant ad eos omnes, qui habébant judícia. Cum autem pópulus revertísset per merídiem, ingrediebátur Susánna, et deambulábat in pomário viri sui. Et vidébant eam senes cotídie ingrediéntem et deambulántem: et exarsérunt in concupiscéntiam ejus: et evertérunt sensum suum, et declinavérunt óculos suos, ut non vidérent cœlum, neque recordaréntur judiciórum justórum. Factum est autem, cum observárent diem aptum, ingréssa est aliquándo sicut heri et núdius tértius, cum duábus solis puéllis, voluítque lavári in pomário: æstus quippe erat, et non erat ibi quisquam præter duos senes abscónditos et contemplántes eam. Dixit ergo puéllis: «Afférte mihi óleum et smígmata, et óstia pomárii cláudite, ut laver.» Cum autem egréssæ essent puéllæ, surrexérunt duo senes, et accurrérunt ad eam, et dixérunt: «Ecce, óstia pomárii clausa sunt, et nemo nos videt, et nos in concupiscéntia tui sumus: quam ob rem assentíre nobis, et commiscére nobiscum. Quod si nolúeris dicémus contra te testimónium quod fúerit tecum júvenis, et ob hanc causam emíseris puéllas a te.» Ingémuit Susánna, et ait: «Angústiæ sunt mihi úndique: si enim hoc égero, mors mihi est: si autem non egero, non effúgiam manus vestras. Sed mélius est mihi absque ópere incídere in manus vestras quam peccáre in conspéctu Dómini.» Et exclamávit voce magna Susánna: exclamavérunt autem et senes adversus eam. Et cucúrrit unus ad óstia pomárii, et aperuit. Cum ergo audíssent clamórem fámuli domus in pomário, irruérunt per postícum, ut vidérent, quidnam esset. Postquam autem senes locúti sunt, erubuérunt servi veheménter: quia numquam dictus fúerat sermo hujuscémodi de Susánna. Et facta est dies crástina. Cumque venísset pópulus ad Jóakim virum ejus venérunt et duo senióres, pleni iníqua cogitatióne advérsus Susánnam, ut interfícerent eam. Et dixérunt coram pópulo: «Míttite ad Susánnam fíliam Helcíæ uxórem Jóakim.» Et statim misérunt. Et venit cum paréntibus et fíliis et univérsis cognátis suis. Fiébant ígitur sui, et omnes qui nóverant eam. Consurgéntes autem duo senióres in médio pópuli, posuérunt manus suas super caput ejus. Quæ flens suspéxit ad cœlum: erat enim cor ejus fidúciam habens in Dómino. Et dixérunt senióres: «Cum deambularémus in pomário soli, ingréssa est hæc cum duábus puéllis: et clausit óstia pomárii et dimísit a se puéllas. Venítque ad eam adoléscens, qui erat abscónditus, et concúbuit cum ea. Porro nos, cum essémus in ángulo pomárii, vidéntes iniquitátem, cucúrrimus ad eos, et vídimus eos pariter commiscéri. Et illum quidem non quívimus comprehéndere, quia fórtior nobis erat, et apértis óstiis exsilívit: hanc autem cum apprehendissémus interrogávimus, quisnam esset adoléscens, et nóluit indicáre nobis: hujus rei testes sumus.» Crédidit eis multitúdo quasi sénibus et judícibus pópuli, et condemnavérunt eam ad mortem. Exclamávit autem voce magna Susánna, et dixit: «Deus ætérne, qui absconditórum es cógnitor, qui nosti ómnia, ántequam fiant, tu scis, quóniam falsum testimónium tulérunt contra me: et ecce, mórior, cum nihil horum fécerim, quæ isti malitióse composuérunt advérsum me.» Exaudívit autem Dóminus vocem ejus. Cumque ducerétur ad mortem, suscitávit Dóminus spíritum sanctum pueri junióris, cujus nomen Dániel. Et exclamávit voce magna: «Mundus ego sum a sánguine hujus.» Et convérsus omnis pópulus ad eum, dixit: «Quis est iste sermo, quem tu locútus es?» Qui cum staret in médio eórum ait: «Sic fátui, fílii Israël, non judicántes, neque quod verum est cognoscéntes, condemnástis fíliam Israël? Revertímini ad judícium, quia falsum testimónium locúti sunt advérsus eam.» Revérsus est ergo pópulus cum festinatióne. Et dixit ad eos Dániel: «Separáte illos ab ínvicem procul, et dijudicábo eos.» Cum ergo divísi essent alter ab áltero vocávit unum de eis, et dixit ad eum: «Inveteráte diérum malórum, nunc venérunt peccáta tua quæ operabáris prius: júdicans judícia injústa, innocéntes ópprimens, et dimíttens nóxios dicénte Dómino: “Innocéntem et justum non interfícies.” Nunc ergo, si vidisti eam, dic, sub qua arbóre vidéris eos colloquéntes sibi.» Qui ait: «Sub schino.» Dixit autem Dániel: «Recte mentítus es in caput tuum.» Ecce enim Angelus Dei, accépta senténtia ab eo, scindet te médium.» Et amóto eo, jussit veníre álium, et dixit ei: «Semen Chánaan, et non Juda, spécies decépit te, et concupiscéntia subvértit cor tuum: sic faciebátis filiábus Israël et illæ timéntes loquebántur vobis: sed fília Juda non sustínuit iniquitátem vestram. Nunc ergo dic mihi, sub qua arbóre comprehénderis eos loquéntes sibi.» Qui ait: «Sub prino.» Dixit autem ei Dániel: «Recte mentítus es et tu in caput tuum: manet enim Angelus Dómini, gládium habens, ut secet te médium et interfíciat vos.» Exclamávit itaque omnis cœtus voce magna, et benedixérunt Deum qui salvat sperántes in se. Et consurrexérunt advérsus duos senióres (convícerat enim eos Dániel ex ore suo falsum dixísse testimónium), fecerúntque eis, sicut male égerant advérsus próximum: et interfecérunt eos et salvátus est sanguis innóxius in die illa.
Graduale.Ps. xxii: 4.
Si ámbulem in médio umbræ mortis, non timébo mala: quóniam tu mecum es, Dómine. v. Virga tua et báculus tuus, ipsa me consoláta sunt.
Joann. viii: 1-11
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem.
In illo témpore: Perréxit Jesus in montem Olivéti: et dilúculo íterum venit in templum, et omnis pópulus venit ad eum, et sedens docébat eos. Addúcunt autem scribæ et pharisǽi mulíerem in adultério deprehénsam: et statuérunt eam in médio et dixérunt ei: «Magister, hæc mulier modo deprehénsa est in adultério. In lege autem Moyses mandávit nobis hujúsmodi lapidáre. Tu ergo quid dicis?» Hoc autem dicébant tentántes eum ut possent accusáre eum. Jesus autem inclínans se deórsum dígito scribébat in terra. Cum ergo perseverárent interrogántes eum, eréxit se, et dixit eis: «Qui sine peccáto est vestrum primus in illam lápidem mittat.» Et íterum se inclínans, scribébat in terra. Audiéntes autem unus post unum exíbant, incipiéntes a senióribus: et remánsit solus Jesus, et múlier in médio stans. Erigens autem se Jesus, dixit ei: «Múlier, ubi sunt, qui te accusábant? nemo te condemnávit?» Quæ dixit: «Nemo, Dómine.» Dixit autem Jesus: «Nec ego te condemnábo: Vade, et jam ámplius noli peccáre.»
Offertorium.Ps. cxviii: 133.
Gressus meos dírige secúndum elóquium tuum: ut non dominétur mei omnis injustítia, Dómine.
Secreta.
Concéde, quǽsumus, omnípotens Deus: ut hujus sacrifícii munus oblátum, fragilitátem nostram ab omni malo purget semper et múniat. Per Dóminum.

Communio. Joann. viii: 10 et 11.
«Nemo te condemnávit, mulier?» «Nemo, Dómine.» «Nec ego te condemnábo: jam ámplius noli peccáre.»
Postcommunio.
Quǽsumus, omnípotens Deus: ut inter ejus membra numerémur, cujus córpori communicámus et sánguini: Qui tecum.
Super populum:
Orémus. Humiliáte cápita vestra Deo.
Oratio.

Præténde, Dómine, fidélibus tuis déxteram cœléstis auxílii: ut te toto corde perquírant; et, quæ digne póstulant, cónsequi mereántur.
Per Dóminum.