JUEVES DE LA OCTAVA DE PENTECOSTÉS
Fiesta extralitúrgica de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
I clase, rojo
Gloria, Aleluya pascual con genuflexión,
Secuencia, Credo, Prefacio y Comunicantes y Hanc igitur propios.
Durante
la octava de Pentecostés se prolonga la alegría de la Iglesia por el don del
Espíritu Santo. La misa de hoy vuelve a repetir los cánticos y las oraciones de
domingo.
CRISTO
SACERDOTE. Se celebra también en España y en otros lugares una
fiesta instituida el 6 de junio de 1974: la fiesta de Jesucristo Sumo y
Eterno Sacerdote. La rúbricas del misal de 1962 no permiten celebrar esta fiesta
con los textos de la misa votiva que Pio XI mando insertar en el misal en
el año 1935. Pero ello, no obsta a que en este jueves meditemos sobre el
sacerdocio de Nuestro Señor Jesucristo.
Desde el
primer instante de la Encarnación, el Hijo de Dios, por la unción del Espíritu
Santo, es consagrado Mesías: Sacerdote, Profeta y Rey en su humanidad. Toda su
existencia terrena y especialmente en el momento de su ofrenda en la cruz,
Nuestro Señor Jesucristo mediante la unción del Espíritu Santo realiza el sacrificio
único, perfecto y definitivo que nos posibilita la vida de comunión con Dios.
Él es en verdad sacerdote, víctima y altar. Sacerdote porque él ofrece el
sacrificio. Víctima porque se ofrece a sí mismo. Altar porque lo ofrecen el
altar de su humanidad, de su cuerpo. Tras su ascensión, sigue ejerciendo
su sacerdocio intercediendo incesantemente ante el Padre en favor nuestro,
ofreciendo los méritos de su Pasión, el culto de toda la creación que alaba a
su Creador, el amor de la Virgen Santísima, de los ángeles y de todos los
santos y la ofrenda de su cuerpo, la Iglesia
SACERDOCIO
COMÚN. La misión del Espíritu Santo es unirnos a Cristo y
hacernos vivir en él. Esto comienza a realizarse en el Bautismo por el que
somos incorporados a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey. Todos los bautizados –al
ser cuerpo de Cristo- participan de aquello que es su Cabeza y están llamados
también a ofrecer el culto en espíritu y verdad que agrada al Padre. Ha hecho
de nosotros un pueblo sacerdotal. Una ofrenda que es agradable al Padre no por
el valor de nuestros méritos sino porque es culto en su Hijo: Cristo acoge
nuestra ofrenda y la hace suya. Es así como hemos de entender la expresión
“completar lo que falta a la Pasión de Cristo”.
La
existencia cristiana es pues una existencia sacerdotal para ofrecernos
junto con él acogiendo aquellas palabras del apóstol: Os exhorto, pues,
hermanos, por la misericordia de Dios, a que os ofrezcáis a vosotros mismos como
un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.
Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la
renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad
de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. Rom 12, 1-2.
El modelo
perfecto de la acción del Espíritu Santo en el ser humano se nos presenta
también como modelo de sacerdocio bautismal es la Virgen María: «La
Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente
la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie,
sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre
que, llena de amor, daba amorosamente su consentimiento a la inmolación de su
Hijo como víctima que Ella había engendrado. Finalmente, Jesucristo, agonizando
en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: “Mujer, ahí
tienes a tu hijo” (Jn 19, 26-27)» (LG 58). Por eso, la llamamos Corredentora.
SACERDOCIO
MINISTERIAL. El santo Evangelio de hoy nos recuerda como Nuestro
Señor convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los
demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y
a curar. Los hace partícipes de su misma misión como sacerdote, profeta y
rey. Exhalando su aliento sobre los Apóstoles después de su Resurrección y
enviándoselo en Pentecostés, los constituye sacerdotes de la nueva alianza para
gobernar, enseñar y santificar a su pueblo. Entre todos los bautizados, Jesús
sigue eligiendo a algunos hombres por medio de su Iglesia para que
continúen su sacerdocio mediante la celebración de los sacramentos, en
particular de la Santa Misa, y la predicación. Pero, el sacerdote católico no
obra por sí mismo, sino que es Cristo el que actúa por medio de él –in persona
Christi-, siendo aquel sacramento vivo del Único y Eterno Sacerdote y Pastor
por la acción misteriosa del Espíritu Santo. Podemos hacer nuestra la
oración de la misa votiva: Oh Dios, que cuidas y santificas a tu Iglesia por
medio de tu Espíritu; suscita en ella dispensadores fieles e idóneos de los
santos misterios, para que por su ministerio y su ejemplo, el pueblo cristiano
protegido por ti avance por la senda de la salvación.
RELACIÓN
DEL SACERDOCIO COMÚN Y EL SACERDOTE MINISTERIAL. El sacerdocio ministerial o
jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos
los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están
ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (LG 10), cada uno
a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (LG 10). ¿En qué sentido?
Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la
gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el
Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en
orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de
los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su
Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento
del Orden. (CEC 1547)
TEXTOS DE LA SANTA MISA
INTROITO Sabiduría 1,7. Sal 67, 2.
Spíritus
Dómini replévit orbem terrárum allelúja: et hoc quod continet ómnia,
sciéntiam habet vocis, allelúja, allelúja, allelúja. V/.
Exsúrgat Deus, et dissipéntur inimíci ejus: et fúgiant, qui odérunt eum, a
fácie ejus. V/. Glória Patri.
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El
Espíritu del Señor llenó toda la tierra, aleluya, y él, que todo lo abarca,
sabe cuánto se dice, aleluya, aleluya, aleluya. V/. Que
se levante Dios y se dispersen sus enemigos, huyan de su presencia los
que le odian. V/. Gloria.
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COLECTA
Deus, qui hodiérna die corda fidélium Sancti
Spíritus illustratióne docuísti: da nobis in eódem Spíritu recta sápere; et
de ejus semper consolatióne gaudére. Per Dóminum nostrum Iesum Christum
Fílium tuum, qui tecum vívit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti,
Deus, per ómnia sæcula sæculórum. Amen.
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Oh
Dios, que hoy has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del
Espíritu Santo. Haznos dóciles a tu Espíritu, para gustar siempre el bien y
gozar de su consuelo. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive
y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos. Amén.
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EPISTOLA Hechos de los Apóstoles 8, 5-8
LÉCTIO ACTUUM APOSTOLÓRUM.
In diébus illis: Philíppus descéndens in civitátem
Samaríæ prædicábat iliis Christum. Intendébant autem turbæ his quæ a Philíppo
dicebántur, unanímiter audiéntes, et vidéntes signa quæ faciébat. Multi enim
eórum, qui habébant spíritus immúndos, clamántes voce magna exíbant. Multi
autem paralýtici, et claudi curáti sunt. Factum est ergo gáudium magnum in
illa civitáte.
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LECTURA
DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
En
aquellos días, Felipe bajó a una ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo.
La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe,
porque ellos oían y veían los signos que realizaba; pues de muchos posesos
salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y
cojos quedaron curados. Hubo una gran alegría en aquella ciudad.
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ALELUYA PASCUAL Juan 16, 28.
Allelúja,
allelúja. V/. Emítte Spíritum tuum, et
creabúntur: et renovábis fáciem terræ. Allelúja. [Hic
genuflectitur] V/. Veni
Sancti Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ignem
accénde.
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Aleluya.
V/. Envía tu Espíritu, y créalos, y
repuebla la faz de la tierra.
Aleluya.
[Hic genuflectitur] V/. Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de
tus fieles, enciende en ellos la llama de tu amor.
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SECUENCIA.
Veni,
Sancte Spiritus, Et emitte caelitus Lucis tuae radium.
Veni,
pater pauperum, Veni, dator munerum, Veni, lumen cordium.
Consolator
optime, Dulcis hospes animae, Dulce refrigerium.
In labore requies, In aestu temperies, In fletu
solatium.
O lux
beatissima, Reple cordis intima Tuorum fidelium.
Sine tuo numine Nihil est in homine, Nihil est
innoxium.
Lava quod est sordidum, Riga quod est aridum, Sana
quod est saucium.
Flecte quod est rigidum, Fove quod est frigidum,
Rege quod est devium.
Da tuis
fidelibus In te confidentibus Sacrum septenarium.
Da
virtutis meritum, Da salutis exitum, Da perenne gaudium.
Amen.
Alleluia.
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Ven Espíritu Santo y desde el cielo envía un rayo de tu luz.
Ven
padre de los pobres, ven dador de gracias, ven luz de los corazones.
Consolador
óptimo, dulce huésped del alma, dulce refrigerio.
Descanso
en el trabajo, en el ardor tranquilidad, consuelo en el llanto.
Oh luz
santísima: llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.
Sin tu
ayuda nada hay en el hombre, nada que sea inocente.
Lava lo
que está manchado, riega lo árido, cura lo que está enfermo.
Doblega
lo rígido, calienta lo que es frío, dirige lo que está extraviado.
Concede
a tus fieles que en Ti confían, tus siete sagrados dones.
Da el mérito
de la virtud, da el puerto de la salvación, da el eterno gozo.
Amén.
Aleluya.
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EVANGELIO Lucas 9, 1-6
SEQUÉNTIA
SANCTI EVANGÉLII SECÚNDUM LUCAM.
In illo
témpore: Convocátis Jesus duódecim Apóstolis, dedit illis virtútem, ei
potestátem super ómnia dæmónia, et ut languóres curárent. Et misit illos
prædicáre regnum Dei, et sanáre infírmos. Et ait ad illos: «Nihil tuléritis
in via, neque virgam, neque peram, neque panem, neque pecúniam, neque duas
túnicas habeátis. Et in quamcúmque domum intravéritis, ibi manéte et inde
exeátis. Et quicúmque non recéperint vos: exeúntes de civitáte illa, étiam
púlverem pedum vestrórum excútite in testimónium supra illos. Egréssi autem
circuíbant per castélla evangelizántes, et curántes ubíque.»
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LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS.
En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les
dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y
los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada
para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos
túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os
marchéis de allí. Y si algunos no os reciben, salid de aquella ciudad y
sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» Partieron,
pues, y recorrieron los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por
todas partes.
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Credo
OFERTORIO Salmo 67, 29-30
Confírma
hoc, Deus, quod operátus es in nobis: a templo tuo, quod est in Jerúsalem,
tibi ófferent reges múnera, allelúja.
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Confirma,
¡oh Dios!, lo que has hecho en nosotros. A tu templo, de Jerusalén traerán su
tributo, aleluya.
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SECRETA
Múnera,
quǽsumus, Dómine, obláta sanctífica: et corda nostra Sancti Spíritus
illustratióne emúnda. Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Fílium tuum, qui
tecum vívit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia
sæcula sæculórum. Amen.
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Santifica,
Señor, nuestras ofrendas, y, por la luz del Espíritu Santo, purifica nuestros
corazones. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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PREFACIO DEL ESPÍRITU SANTO.
Vere
dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias
ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum
nostrum. Qui ascéndens super omnes cælos, sedénsque ad déxteram tuam,
promíssum Spíritum Sanctum hodiérna die in fílios adoptiónis effúdit.
Quaprópter profúsis gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et
supérnæ Virtútes, atque angélicæ Potestátes, hymnum glóriæ tuæ cóncinunt,
sine fine dicéntes:
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Realmente
es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, siempre y
en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo
nuestro Señor: Que después de subir al Cielo, donde está sentado a tu
derecha, ha derramado (en este día) sobre tus hijos adoptivos el Espíritu
Santo que había prometido. Por eso con esta infusión de gozo el mundo entero
desborda de alegría, y también los coros celestiales, los Ángeles y los
Arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo
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ANTÍFONA DE COMUNIÓN Hechos 2, 2.4
Factus
est repénte de cælo sonus, tamquam adveniéntis spíritus veheméntis, ubi erant
sedéntes, allelúja: Et repléti sunt omnes Spíritu Sancto, loquéntes magnália
Dei, allelúja, allelúja..
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De pronto vino del cielo
un ruido, como de viento recio, que llenó toda la casa donde estaban,
aleluya; todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a proclamar
las maravillas de Dios, aleluya, aleluya.
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ORACIÓN POSTCOMUNIÓN
Sancti
Spíritus, Dómine, corda nostra mundet infúsio: et sui roris íntima aspersíone
fœcúndet. Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Fílium tuum, qui tecum
vívit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia
sæcula sæculórum. Amen.
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Tu Espíritu Santo, Señor,
descienda sobre nosotros, purifique nuestros corazones y, con el suave rocío
de su venida, los vuelva fecundos. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos. Amén.
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