miércoles, 3 de junio de 2020

Jueves de la Octava de Pentecostés. Fiesta Extralitúrgica de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote




JUEVES DE LA OCTAVA DE PENTECOSTÉS
Fiesta extralitúrgica de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
I clase, rojo
Gloria, Aleluya pascual con genuflexión, Secuencia, Credo, Prefacio y Comunicantes y Hanc igitur propios.

Durante la octava de Pentecostés se prolonga la alegría de la Iglesia por el don del Espíritu Santo. La misa de hoy vuelve a repetir los cánticos y las oraciones de domingo.
CRISTO SACERDOTE. Se celebra también en España y en otros lugares una fiesta instituida el  6 de junio de 1974: la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. La rúbricas del misal de 1962 no permiten celebrar esta fiesta con los textos de la misa votiva  que Pio XI mando insertar en el misal en el año 1935. Pero ello, no obsta a que en este jueves meditemos sobre el sacerdocio de Nuestro Señor Jesucristo.
Desde el primer instante de la Encarnación, el Hijo de Dios, por la unción del Espíritu Santo, es consagrado Mesías: Sacerdote, Profeta y Rey en su humanidad. Toda su existencia terrena y especialmente en el momento de su ofrenda en la cruz, Nuestro Señor Jesucristo mediante la unción del Espíritu Santo realiza el sacrificio único, perfecto y definitivo que nos posibilita la vida de comunión con Dios. Él es en verdad sacerdote, víctima y altar. Sacerdote porque él ofrece el sacrificio. Víctima porque se ofrece a sí mismo. Altar porque lo ofrecen el altar de su humanidad, de su cuerpo.  Tras su ascensión, sigue ejerciendo su sacerdocio intercediendo incesantemente ante el Padre en favor nuestro, ofreciendo los méritos de su Pasión, el culto de toda la creación que alaba a su Creador, el amor de la Virgen Santísima, de los ángeles  y de todos los santos y la ofrenda de su cuerpo, la Iglesia
SACERDOCIO COMÚN. La misión del Espíritu Santo es unirnos a Cristo y hacernos vivir en él. Esto comienza a realizarse en el Bautismo por el que somos incorporados a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey. Todos los bautizados –al ser cuerpo de Cristo- participan de aquello que es su Cabeza y están llamados también a ofrecer el culto en espíritu y verdad que agrada al Padre. Ha hecho de nosotros un pueblo sacerdotal. Una ofrenda que es agradable al Padre no por el valor de nuestros méritos sino porque es culto en su Hijo: Cristo acoge nuestra ofrenda y la hace suya. Es así como hemos de entender la expresión “completar lo que falta a la Pasión de Cristo”.
La existencia cristiana es pues una existencia sacerdotal  para ofrecernos junto con él acogiendo aquellas palabras del apóstol: Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que os ofrezcáis a vosotros mismos como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. Rom 12, 1-2. 
El modelo perfecto de la acción del Espíritu Santo en el ser humano se nos presenta también como modelo de sacerdocio bautismal es la Virgen María: «La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba amorosamente su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima que Ella había engendrado. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26-27)» (LG 58). Por eso, la llamamos Corredentora.
SACERDOCIO MINISTERIAL. El santo Evangelio de hoy nos recuerda como Nuestro Señor convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Los hace partícipes de su misma misión como sacerdote, profeta y rey. Exhalando su aliento sobre los Apóstoles después de su Resurrección y enviándoselo en Pentecostés, los constituye sacerdotes de la nueva alianza para gobernar, enseñar y santificar a su pueblo. Entre todos los bautizados, Jesús sigue eligiendo a algunos hombres por medio de su Iglesia  para que continúen su sacerdocio  mediante la celebración de los sacramentos, en particular de la Santa Misa, y la predicación. Pero, el sacerdote católico no obra por sí mismo, sino que es Cristo el que actúa por medio de él –in persona Christi-, siendo aquel sacramento vivo del Único y Eterno Sacerdote y Pastor por la acción misteriosa del Espíritu Santo.  Podemos hacer nuestra la oración de la misa votiva: Oh Dios, que cuidas y santificas a tu Iglesia por medio de tu Espíritu; suscita en ella dispensadores fieles e idóneos de los santos misterios, para que por su ministerio y su ejemplo, el pueblo cristiano protegido por ti avance por la senda de la salvación.
RELACIÓN DEL SACERDOCIO COMÚN Y EL SACERDOTE MINISTERIAL. El  sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (LG 10), cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (LG 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden. (CEC 1547)
TEXTOS DE LA SANTA MISA

INTROITO  Sabiduría 1,7. Sal 67, 2.
Spíritus Dómini replévit orbem terrárum allelúja: et hoc quod continet ómnia, sciéntiam habet vocis, allelúja, allelúja, allelúja. V/. Exsúrgat Deus, et dissipéntur inimíci ejus: et fúgiant, qui odérunt eum, a fácie ejus. V/.  Glória Patri.
El Espíritu del Señor llenó toda la tierra, aleluya, y él, que todo lo abarca, sabe cuánto se dice, aleluya, aleluya, aleluya. V/. Que se levante Dios  y se dispersen sus enemigos, huyan de su presencia los que le odian. V/. Gloria.

COLECTA
Deus, qui hodiérna die corda fidélium Sancti Spíritus illustratióne docuísti: da nobis in eódem Spíritu recta sápere; et de ejus semper consolatióne gaudére. Per Dóminum nostrum Iesum Christum Fílium tuum, qui tecum vívit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sæcula sæculórum. Amen.
Oh Dios, que hoy has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo. Haznos dóciles a tu Espíritu, para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del  mismo Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPISTOLA  Hechos de los Apóstoles 8, 5-8
LÉCTIO ACTUUM APOSTOLÓRUM.
In diébus illis: Philíppus descéndens in civitátem Samaríæ prædicábat iliis Christum. Intendébant autem turbæ his quæ a Philíppo dicebántur, unanímiter audiéntes, et vidéntes signa quæ faciébat. Multi enim eórum, qui habébant spíritus immúndos, clamántes voce magna exíbant. Multi autem paralýtici, et claudi curáti sunt. Factum est ergo gáudium magnum in illa civitáte.
LECTURA DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
En aquellos días, Felipe bajó a una ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque ellos oían y veían los signos que realizaba; pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados. Hubo una gran alegría en aquella ciudad.

ALELUYA PASCUAL  Juan 16, 28.
Allelúja, allelúja. V/.  Emítte Spíritum tuum, et creabúntur: et renovábis fáciem terræ. Allelúja. [Hic genuflectitur] V/.  Veni Sancti Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ignem accénde.
Aleluya.  V/.  Envía tu Espíritu, y créalos, y repuebla la faz de la tierra.
Aleluya. [Hic genuflectitur] V/.  Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles,  enciende en ellos la llama  de tu  amor.

SECUENCIA.
Veni, Sancte Spiritus, Et emitte caelitus Lucis tuae radium.
Veni, pater pauperum, Veni, dator munerum, Veni, lumen cordium.
Consolator optime, Dulcis hospes animae, Dulce refrigerium.
In labore requies, In aestu temperies, In fletu solatium.
O lux beatissima, Reple cordis intima Tuorum fidelium.
Sine tuo numine Nihil est in homine, Nihil est innoxium.
Lava quod est sordidum, Riga quod est aridum, Sana quod est saucium.
Flecte quod est rigidum, Fove quod est frigidum, Rege quod est devium.
Da tuis fidelibus In te confidentibus Sacrum septenarium.
Da virtutis meritum, Da salutis exitum, Da perenne gaudium.
Amen. Alleluia.
Ven Espíritu Santo y desde el cielo envía un rayo de tu luz.
Ven padre de los pobres, ven dador de gracias, ven luz de los corazones.
Consolador óptimo, dulce huésped del alma, dulce refrigerio.
Descanso en el trabajo, en el ardor tranquilidad, consuelo en el llanto.
Oh luz santísima: llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.
Sin tu ayuda nada hay en el hombre, nada que sea inocente.
Lava lo que está manchado, riega lo árido, cura lo que está enfermo.
Doblega lo rígido, calienta lo que es frío, dirige lo que está extraviado.
Concede a tus fieles que en Ti confían, tus siete sagrados dones.
Da el mérito de la virtud, da el puerto de la salvación, da el eterno gozo.
Amén. Aleluya.

EVANGELIO  Lucas 9, 1-6
SEQUÉNTIA SANCTI EVANGÉLII SECÚNDUM LUCAM.
In illo témpore: Convocátis Jesus duódecim Apóstolis, dedit illis virtútem, ei potestátem super ómnia dæmónia, et ut languóres curárent. Et misit illos prædicáre regnum Dei, et sanáre infírmos. Et ait ad illos: «Nihil tuléritis in via, neque virgam, neque peram, neque panem, neque pecúniam, neque duas túnicas habeátis. Et in quamcúmque domum intravéritis, ibi manéte et inde exeátis. Et quicúmque non recéperint vos: exeúntes de civitáte illa, étiam púlverem pedum vestrórum excútite in testimónium supra illos. Egréssi autem circuíbant per castélla evangelizántes, et curántes ubíque.»
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS.
En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí.  Y si algunos no os reciben, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» Partieron, pues, y recorrieron los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Credo
OFERTORIO  Salmo 67, 29-30
Confírma hoc, Deus, quod operátus es in nobis: a templo tuo, quod est in Jerúsalem, tibi ófferent reges múnera, allelúja.
Confirma, ¡oh Dios!, lo que has hecho en nosotros. A tu templo, de Jerusalén traerán su tributo, aleluya.

SECRETA
Múnera, quǽsumus, Dómine, obláta sanctífica: et corda nostra Sancti Spíritus illustratióne emúnda. Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Fílium tuum, qui tecum vívit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sæcula sæculórum.  Amen.
Santifica, Señor, nuestras ofrendas, y, por la luz del Espíritu Santo, purifica nuestros corazones. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

PREFACIO DEL ESPÍRITU SANTO.
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Qui ascéndens super omnes cælos, sedénsque ad déxteram tuam, promíssum Spíritum Sanctum hodiérna die in fílios adoptiónis effúdit. Quaprópter profúsis gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnæ Virtútes, atque angélicæ Potestátes, hymnum glóriæ tuæ cóncinunt, sine fine dicéntes:
Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor: Que después de subir al Cielo, donde está sentado a tu derecha, ha derramado (en este día) sobre tus hijos adoptivos el Espíritu Santo que había prometido. Por eso con esta infusión de gozo el mundo entero desborda de alegría, y también los coros celestiales, los Ángeles y los Arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo

ANTÍFONA DE COMUNIÓN    Hechos 2, 2.4
Factus est repénte de cælo sonus, tamquam adveniéntis spíritus veheméntis, ubi erant sedéntes, allelúja: Et repléti sunt omnes Spíritu Sancto, loquéntes magnália Dei, allelúja, allelúja..
De pronto vino del cielo un ruido, como de viento recio, que llenó toda la casa donde estaban, aleluya; todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a proclamar las maravillas de Dios, aleluya, aleluya.

ORACIÓN POSTCOMUNIÓN
Sancti Spíritus, Dómine, corda nostra mundet infúsio: et sui roris íntima aspersíone fœcúndet.  Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Fílium tuum, qui tecum vívit et regnat  in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sæcula sæculórum. Amen.
Tu Espíritu Santo, Señor, descienda sobre nosotros, purifique nuestros corazones y, con el suave rocío de su venida, los vuelva fecundos. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.