sábado, 18 de junio de 2022

II domingo después de Pentecostés

II domingo después de Pentecostés
II clase, verde
Gloria, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad

Ya el Domingo anterior se nos inculcaba la práctica de la condescendencia y de la caridad fraterna; fruto sabrosísimo del misterio eucarístico, llamado con razón por S. Agustín "atadura de caridad".
Hoy la liturgia nos trae el Evangelio del convite, figura del convite eucarístico, al que todos estamos invitados por el gran Padre de familias, por el Rey, que es Dios; todos, aun los pecadores baldados por la culpa, pues precisamente, para enderezarlos y darles fuerzas, instituyó y preparó la divina Sabiduría este banquete, del que nadie es excluido, si se acerca con la debida buena voluntad, y demás disposiciones de cuerpo y alma.
En esta semana se lee en Maitines el Libro de los Reyes: el niño Samuel ofrecido por su madre Ana al servicio de Dios en el templo aun antes de verlo nacer. En el templo de Jerusalén servía al Señor este niño privilegiado y gran profeta, bajo la tutela del sumo sacerdote Helf, orgulloso y débil con sus hijos Ofni y Finees, los cuales servían también como sacerdotes en el Templo. Estos dos sacerdotes sacrílegos apartaban para si las carnes de las víctimas ofrecidas por los fieles, además de otros abusos abominables en que incurrieron. Pero su padre nada de esto les echó en cara; y así le vino el ejemplar castigo del cielo, porque el Arca de la Alianza fue robada por los Filisteos, y en la refriega murieron Helf y sus dos hijos.
Preferían éstos las delicias sensuales a esa "gran Cena" de que habla el Evangelio de hoy; por eso perdieron lo uno y lo otro. En cambio, el niño Samuel encontraba todas sus delicias en las divinas consolaciones. Helí y sus hijos "amaban su misma hambre" como dice gráficamente S. Gregorio en la Homilía de hoy, porque hambre y no otra cosa causan los deleites carnales, que no pueden aquietar ni saciar al hombre creado para mayores cosas, y no para ser siervo de su cuerpo y de las bajas pasiones que bullen en él y retozan. "Los goces corporales que prenden en nosotros vehementes deseos antes de poseerlos, traen en seguida el hastío, por la misma indigestión que causan al que los experimenta. Los goces espirituales, por el contrario, provocan el desprecio antes de su posesión, pero acucian el deseo una vez poseídos; y el que los ha gustado queda más hambriento de los mismos, cuanto más los saborea. (Homilía de maitines).  Mas ¡ay! que son muchas las almas que corren alocadas tras los placeres mundanos, y rehúsan entrar en el banquete de la fe cristiana, en que la Iglesia las saciaría con el manjar de la doctrina evangélica. "Gustad, y ved cuán suave es el Señor. No conoceréis su dulzura mientras no la gustéis; pero tocad con el paladar de vuestro corazón el alimento, para que gustando de su dulcedumbre, seáis capaces de amarla. El hombre perdió sus delicias cuando pecó en el Paraíso, y de él salió el día que cerró la boca al alimento de la eterna dulzura". (S. Gregorio, Maitines). Pero gracias al Espíritu Santo, «hemos pasado de la muerte a la vida. (Epístola) Y por eso buscamos nuestras delicias más bien junto al Tabernáculo en que está oculto Jesús, como aquellos baldados y pobres del Evangelio, como el niño Samuel, cuyas delicias eran morar junto a su Dios y servirle en su santuario. Huyamos del orgullo y del apego a las cosas terrenales, para que «sólidamente cimentados en el amor del santo nombre de Dios" (Oración), y teniendo a éste siempre como norte supremo, nos vayamos de día en día haciendo más celestiales. (Secreta); y así " la gracia de la comunión eucarística, recibida en el divino banquete, acrecentará en nosotros los frutos de salvación (Poscomunión).
La liturgia de esta Domínica es como una continuación de la fiesta del Corpus. En el Introito confesamos que en Dios está nuestro más seguro refugio y nuestro más firme apoyo; en la Colecta pedimos el temor y amor de su santo nombre Clemente.  Son ciertamente estos efectos los más propios de un buen hijo para con su Padre, que le cría y alimenta con su mismo Cuerpo y Sangre. El Evangelio contiene aquella hermosa parábola con la que Jesucristo nos fuerza y obliga a sentarnos a su mesa sagrada, bajo la amenaza de negarnos la entrada en el cielo, y excluirnos del banquete eterno. El Ofertorio es, lo mismo que el Gradual, una nueva demanda que el divino socorro, fundada en sus misericordias, cuyo compendio y resumen es este admirable Sacramento. Pidamos una y otra vez, como lo hace la Iglesia, que la frecuentación del Sagrado misterio no sea infecunda para nuestras almas, sino que produzca en ellas fruto de salvación cada vez más abundantes

INTROITO Salmo 17, 19-20 V/.
Factus est Dóminus protéctor meus, et edúxit me in latitúdinem: salvum me fecit, quóniam vóluit me. V/. Díligam te, Dómine, virtus mea: Dóminus firmaméntum meum et refúgium meum, et liberátor meus.  V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén
El Señor se ha constituido mi Protector; y me ha colocado en un lugar espacioso; me ha salvado, porque me quiso bien. V/. Os amaré, Señor, fortaleza mía. El Señor es mi defensa, mi refugio y mi libertador. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA
Sancti nóminis tui, Dómine, timórem páriter et amórem fac nos habére perpétuum: quia nunquam tua gubernatióne destítuis, quos in soliditáte tuæ dilectiónis instítuis. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Haced, Señor, que siempre temamos y amemos vuestro santo Nombre;  porque vuestra Providencia jamás abandona a los que fundáis en la solidez de vuestro amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


EPÍSTOLA 1 Juan 3, 13-18
Léctio Epístolæ beáti Joánnis Apóstoli.
Caríssimi: Nolíte mirári, si odit vos mundus. Nos scimus quóniam transláti sumus de morte ad vitam, quóniam dilígimus fratres. Qui non díligit, manet in morte: omnis qui odit fratrem suum, homicída est. Et scitis quóniam omnis homicída non habet vitam ætérnam in semetípso manéntem. In hoc cognóvimus caritátem Dei, quóniam ille ánimam suam pro nobis pósuit: et nos debémus pro frátribus ánimas pónere. Qui habúerit substántiam hujus mundi, et víderit fratrem suum necessitátem habére et cláuserit víscera sua ab eo: quómodo cáritas Dei manet in eo? Filíoli mei, non diligámus verbo, neque lingua, sed ópere, et veritáte.

Lección de la carta del Apóstol San Juan

Carísimos: No os sorprenda que el mundo os odie; nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.


GRADUAL Salmo 119, 1-2
Ad Dóminum, cum tribulárer, clamávi, et exaudívit me. V/. Dómine, líbera ánimam meam a lábiis iníquis, et a lingua dolósa.
Llamé al Señor en la aflicción, y Él me respondió. V/. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora.

ALELUYA Salmo 7, 2
Allelúja, allelúja. V/. Dómine Deus meus, in te sperávi: salvum me fac ex ómnibus persequéntibus me, et líbera me. Allelúja.
Aleluya, aleluya. V/. Señor Dios mío, en ti he confiado: sálvame de mis perseguidores, y líbrame. Aleluya.


EVANGELIO Lucas 14, 16-24
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.
In illo témpore: Dixit Jesus Pharisǽis parábolam hanc: «Homo quidam fecit cœnam magnam, et vocávit multos. Et misit servum suum hora cœnæ dícere invitátis ut venírent, quia jam paráta sunt ómnia. Et cœpérunt simul omnes excusáre. Primus dixit ei: “Villam emi, et necésse hábeo exíre, et vidére illam: rogo te, habe me excusátum.” Et alter dixit: “Juga boum emi quinque, et eo probáre illa: rogo te, habe me excusátum.” Et álius dixit: “Uxórem duxi, et ídeo non possum veníre.” Et revérsus servus nuntiávit hæc dómino suo. Tunc irátus paterfamílias, dixit servo suo: “Exi cito in platéas, et vicos civitátis: et páuperes, ac débiles, et cæcos, et claudos íntroduc huc.” Et ait servus: “Dómine, factum est ut imperásti, et adhuc locus est.” Et ait dóminus servo: “Exi in vias et sepes: et compélle intráre, ut impleátur domus mea. Dico autem vobis, quod nemo virórum illórum, qui vocáti sunt, gustábit cœnam meam.”»

Continuación del Santo Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos esta parábola: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados: “Venid, que ya está preparado”. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”. Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”. Otro dijo: “Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir”. El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado: “Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. El criado dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”. Entonces el señor dijo al criado: “Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa. Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».

Se dice Credo

OFERTORIO Salmo 6, 5
Dómine, convértere, et éripe ánimam meam: salvum me fac propter misericórdiam tuam.
Señor, volveos a mí, y librad mi alma; salvadme por vuestra gran misericordia.

SECRETA
Oblátio nos, Dómine, tuo nómini dicánda puríficet: et de die in diem ad cæléstis vitæ tránsferat actiónem. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,
Purifíquenos, Señor, la ofren­da que os hemos ofrecido; y háganos adelantar en obras dignas del Cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:
Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno: Que con tu Único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola persona, sino tres Personas en una sola naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria, porque Tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo, y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad; A quien alaban los Ángeles y los Arcángeles y todos los coros celestiales, que no cesan de aclamare con una sola voz:

COMUNIÓN Salmo 12, 6
Cantábo Dómino, qui bona tríbuit mihi: et psallam nómini Dómini altíssimi.
Cantaré al Señor, que tantos bienes me ha dado; cantaré al Nombre del Altísimo Señor.

POSCOMUNIÓN
Sumptis munéribus sacris, quǽsumus, Dómine: ut cum frequentatióne mystérii, crescat nostræ salútis efféctus. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Recibidos vuestros dones, os rogamos, Señor, que frecuentando estos haga más segura nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Folleto PDF (mas abajo)

II Domingo Despues de Pentecostés. Leccionario 1962

II Domingo Después de Pentecostes. Guía de los fieles para la santa misa cantada. Kyrial Orbis Factor
II Domingo Despues de Pentecostes. Propio y Ordinario de la santa misa