domingo, 7 de junio de 2020

I Domingo después de Pentecostés (misas de feria)


I DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Esta misa se dice en las ferias de la I semana después de Pentecostés.
Se permite misas votivas y cotidianas de Requiem.
(IV clase, verde)

Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial. He ahí la gran ley de la caridad. Frecuentemente será recogida en estos domingos posteriores de Pentecostés que trazan el programa de la vida cristiana.  Quien pretenda vivir como hijo de Dios debe latir al mismo ritmo de su amor. San Juan nos lo recuerda con palabras enérgicas. Amando verdaderamente probaremos que conocemos bien a Dios  en lo que es en sí mismo: amor; e, inversamente, quién no ama y pretende conocer a Dios, se engaña a sí mismo. En el evangelio se dan iguales enseñanzas, pero insistiendo en la ley de estricta reciprocidad. En el día del juicio ella será la balanza que juzgará a nuestro favor o en contra, según hayamos sido misericordiosos y generosos con nuestros hermanos. Al final se recuerda nuestra propia miseria para movernos a no condenar a nadie.

INTROITO Salmo 12, 6. 1
Dómine, in tua misericórdia sperávi: exsultávit cor meum in salutáti tuo: cantábo Dómino, qui bona tríbuit mihi. V/.  Úsquequo, Dómine, oblivicéris me in finem? úsquequo avértis fáciem tuam a me? V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén
Señor, en tu bondad he esperado; mi corazón saltó de gozo, porque lo has salvado; cantaré al Señor que me ha colmado de beneficios. V/. ¿Hasta cuándo, Señor, te olvidarás de mí? ¿Hasta cuándo apartarás de mi tu rostro?  V/ .Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

COLECTA
Deus, in te sperántium fortitúdo, adésto propítius invocatiónibus nostris: et quia sine te nihil potest mortális infírmitas, præsta auxílium grátiæ tuæ; ut in exsequéndis mandátis tuis, et voluntáte tibi et actióne placeámus. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Oh Dios, Fortaleza de los que en ti confían, escucha propicio nuestros ruegos; y ya que sin ti nada puede la humana flaqueza, danos el auxilio de tu gracia; y así te seamos gratos con nuestra voluntad y nuestras obras, cumpliendo tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA  1 Juan 4, 8-21
Léctio Epístolæ beáti Joánnis Apóstoli.
Caríssimi: Deus cáritas est. In hoc appáruit cáritas Dei in nobis, quóniam Fílium suum unigénitum misit Deus in mundum, ut vivámus per eum. In hoc est cáritas: non quasi nos dilexérimus Deum sed quóniam ipse prior diléxit nos, et misit Fílium suum propitiatiónem pro peccátis nostris. Caríssimi, si sic Deus diléxit nos: et nos debémus altérutrum dilígere. Deum nemo vidit umquam. Si diligámus ínvicem, Deus in nobis manet, et caritas ejus in nobis perfecta est. In hoc cognóscimus quóniam in eo manémus, et ipse in nobis: quóniam de Spíritu suo dedit nobis. Et nos vídimus et testificámur quóniam Pater misit Fílium suum salvatórem mundi. Quisquis conféssus fúerit, quóniam Jesus est Fílius Dei. Deus in eo manet, et ipse in Deo. Et nos cognóscimus, et credídimus caritáti quam habet Deus in nobis. Deus caritas est: et qui manet in caritáte in Deo manet, et Deus in eo. In hoc perfácta est cáritas Dei nobíscum, ut fidúciam habeámus in die judicii: quia sicut ille est, et nos sumus in hoc mundo. Timor non est in caritáte, sed perfécta cáritas foras mittit timórem quóniam timor pœnam habet. Qui autem timet, non est perféctus in caritáte. Nos ergo diligámus quóniam Deus prior diléxit nos. Si quis díxerit, quóniam díligo Deum, et fratrem suum óderit, mendax est. Qui enim non díligit fratrem suum quem videt, Deum, quem non vidit, quómodo potest dilígere. Et hoc mandátum habémus a Deo: ut qui díligit Deum, díligat et fratrem suum.
Lectura de la Carta del apóstol san Juan.
Carísimos: El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es caridad. La caridad de Dios hacia nosotros se manifestó en que Dios envió al mundo a su Hijo unigénito para que nosotros vivamos por El. En eso está la caridad, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo, víctima expiatoria de nuestros pecados. Carísimos, si de esta manera nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nunca le vio nadie; si nosotros nos amamos mutuamente, Dios permanece en nosotros y su amor es en nosotros perfecto.' Conocemos que permanecemos en El y El en nosotros en que nos dio su Espíritu. Y hemos visto, y damos de ello testimonio, que el Padre envió a su Hijo por Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído la caridad que Dios nos tiene. Dios es caridad, y el que vive en caridad permanece en Dios, y Dios en él. La perfección del amor en nosotros se muestra en que tengamos confianza en el día del juicio, porque como es El, así somos nosotros en este mundo. En la caridad no hay temor, pues la caridad perfecta echa fuera el temor; porque el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto en la caridad.' Cuanto a nosotros, amemos a Dios, porque Él nos amó primero. Si alguno dijere: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve. Y nosotros tenemos de El este precepto, que quien ama a Dios ame también a su hermano.

GRADUAL Salmo 40, 5. 2
Ego dixi: Dómine, miserére mei: sana ánimam meam, quia peccávi tibi. V/. Beátus qui intéligit super egénum et páuperem: in die mala liberábit eum Dóminus.
Yo dije: Señor, apiádate de mí; sana mi alma, porque pecado contra ti. Dichoso el que se compadece del necesitado y del pobre; en el día aciago lo librará el Señor.

ALELUYA Salmo 5, 2
Allelúja, allelúja. V/. Verba mea áuribus pércipe, Dómine: intélege clamórem meum. Allelúja.
Aleluya, aleluya. V/. Presta oído, Señor, a mis palabras; oye mi clamor. Aleluya.

EVANGELIO Lucas 6, 36-42
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam.
In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: «Estóte ergo misericórdes, sicut et Pater vester miséricors est. Nolíte judicáre, et non judicabímini: nolíte condemnáre, et non condemnabímini. Dimíttite, et dimittémini. Date, et dábitur vobis: mensúram bonam, et confértam, et coagitátam, et supereffluéntem dabunt in sinum vestrum. Eádem quippe mensúra qua mensi fuéritis, remetiétur vobis. Dicébat autem illis et similitúdinem: Numquid potest cæcus cæcum dúcere? nonne ambo in fóveam cadunt? Non est discípulus super magístrum: perféctus autem omnis erit, si sit sicut magíster ejus. Quid autem vides festúcam in óculo fratris tui, trabem autem, quæ in óculo tuo est, non consíderas? Aut quómodo potes dícere fratri tuo: “Frater, sine ejíciam festúcam de óculo tuo”: ipse in óculo tuo trabem non videns? Hypócrita, éjice primum trabem de óculo tuo: et tunc perspícies, ut edúcas festúcam de óculo fratris tui.»
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso.  No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; absolved y seréis absueltos.' Dad y se os dará; una medida buena, apretada, colmada, rebosante, será derramada en vuestro corazón. La medida que con otros usareis, ésa será usada con vosotros.' Les dijo también una parábola: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? Ningún discípulo está sobre su maestro; para ser perfecto ha de ser como su maestro.' ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame quitarte la paja que tienes en el ojo, cuando tú no ves la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás de quitar la paja que hay en el de tu hermano.

OFERTORIO Salmo 5, 3. 4
Inténde voci oratiónis meæ, Rex meus, et Deus meus: quóniam ad te orabo, Dómine.
Escucha la voz de mi oración, Rey mío y Dios mío, porque a ti llamo, Señor.

SECRETA
Hostias nostras, quǽsumus, Dómine, tibi dicátas placátus assúme: et ad perpétuum nobis tríbue proveníre subsídium.  Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,

Recibe, Señor, propicio las ofrendas a ti dedicadas; y haz que nos sirvan para perpetuo socorro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

PREFACIO COMÚN
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam laudant Angeli, adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes. Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne concélebrant. Cum quibus et nostras voces, ut admítti júbeas deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:
Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable que te demos gracias en todo tiempo y lugar ¡Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Por cuanto, por el Misterio de la Encarnación del Verbo ha brillado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria: para que al conocer a Dios visiblemente, seamos por Él arrebatados al amor de las cosas invisibles. Y por eso, con los Ángeles y los Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, entonamos a tu gloria un himno, diciendo sin cesar:

COMUNIÓN Salmo 9, 2 .3
Narrábo ómnia mirabília tua: lætábor et exsultábo in te: psallam nómini tuo, Altíssime.
Cantaré todas tus maravillas; me alegraré y regocijaré en Ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo.

POSCOMUNIÓN
Tantis, Dómine, repléti munéribus: præsta, quǽsumus; ut et salutária dona capiámus, et a tua numquam laude cessémus Per Dóminum. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Alimentados, Señor, con dones tan preciosos, haz te suplicamos que nos sean saludables y que jamás cesemos de alabarte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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