viernes, 19 de noviembre de 2021

Último domingo después de Pentecostés

 

ÚLTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

II clase, verde

Gloria, Credo y Prefacio de la Trinidad

El formulario de la misa es el del último domingo después de Pentecostés, la numeración del domingo varía según los domingos que hay cada año.

 

Se cierra el Ciclo litúrgico con la semana última del año eclesiástico y, con él, la historia del mundo, que se nos ha ido recordando desde sus comienzos -en el Adviento-, hasta su fin postrero -en el Domingo 24º después de Pentecostés-.

Por eso ha querido la Iglesia que este día se lea en su Breviario -el libro del profeta MIQUEAS, contemporáneo de Oseas- con el comentario de S. Basilio en que se nos habla del Juicio final, sirviendo de comentario al Evangelio.

El Señor, dice Miqueas, saldrá de su lugar; las montañas quedarán consumidas debajo de Él, y los valles se agrietarán y se fundirán como cera junto a la llama, como las aguas que se precipitan por la pendiente. Todo eso por causa del crimen de Jacob y de los pecados de la casa de Israel (Nocturno, 5º domingo de noviembre).

Pero junto a estas amenazas vienen las promesas de salvación: "Yo te juntaré a todo Jacob, y reuniré lo que aún queda de Israel y los pondré juntos como a rebaño en el aprisco" Los asirios han destruido a Samaría y los caldeos a Jerusalén; pero el Mesías restaurará esas ruinas, y ese mesías nos dice Miqueas que ha de nacer en Belén, y que su reino, el de la Jerusalén celestial, no tendrá fin.

Los profetas NAHUM, HABACUC, SOFONÍAS, AGGEO, ZACARÍAS y MALAQUÍAS, cuyos escritos se leen también por ahora, confirman lo que dice Miqueas. Jesús mismo empieza por evocar en el Evangelio la profecía de DANIEL, que anuncia la ruina total y definitiva del Templo de Jerusalén y de la nación judía por las armas romanas. Esa "abominable desolación que en el Templo santo reinó" por entonces, fue justo castigo de la infidelidad y obstinación de Israel en no querer admitir a Cristo (Evangelio.).El vaticinio de Daniel y de Jesús se cumplió al pie de la letra unos años después de la Ascensión de Cristo, y la desolación fue tal que de haber durado algo más ni un solo judío hubiera quedado vivo. Mas Dios quiso abreviar aquellos aciagos días del asedio para salvar a los que, al ver tamaño escarmiento, habían de convertirse.

Algo de esto sucederá también al fin del mundo, del que la ruina de Jerusalén era figura. "Tunc, entonces" o sea, cuando Cristo vuelva, serán todavía mayores los satánicos prodigios, entre ellos el Antecristo, para hacerse pasar por Cristo. Ese hombre maldito de pecado llegará hasta a sentarse en el Templo santo para que se le adore como a Dios.

Al fin de todo vendrá Jesús. Pero no humilde y manso como la vez primera y en un rinconcillo del mundo; antes vendrá con "poderío y majestad" y el Hijo del Hombre aparecerá con la rapidez de un relámpago. Entonces le saldrán a esperar los elegidos con las ansias que el águila manifiesta cuando cae sobre su presa. Su advenimiento se anunciará con cataclismos de cielos, de mar y tierra. Todas las gentes estarán despavoridas y con los ojos desencajados, y se lamentarán antes de morir muertos y antes del juicio sentenciados, cuando vean en el cielo a Cristo a quien no quisieron reconocer ni servir como a su Dios y Señor, y que ahora viene a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego (V. Libera me).

No hay pensamiento tan poderoso como éste para apartarnos del pecado. Claro lo dice S. Basilio en la homilía de hoy: "Cuando el deseo de pecar te ande salteando, quisiera te acordases del tremendo y terrible tribunal de Cristo... ante el cual uno por uno iremos dando cuenta de nuestra vida. Inmediatamente, los que hubieron perpetrado muchos males durante su vida se verán rodeados de ángeles terribles y feísimos que los precipitarán en el abismo sin fondo, en donde arde envuelto de espesas tinieblas un fuego sin llama, y gusanos venenosos devoran sin cesar sus carnes, causándoles con sus mordeduras inaguantables dolores; y por fin, el oprobio y eterna confusión, que es el peor de todos los suplicios. Temed estas cosas y traspasados de este temor, servíos de su memoria como de freno contra la concupiscencia y el pecado. (3" Nocturno).

Por eso mismo nos exhorta la Epístola a portarnos de una manera digna de nuestro Dios y a dar frutos de toda clase de buenas obras... dando gracias a nuestro Padre celestial por habernos hecho capaces de tener parte en la herencia de los Santos desde ahora en espíritu, pero desde el día del Juicio Final en cuerpo y alma, merced a la Sangre redentora de su Hijo queridísimo. En medio de las angustias de nuestros postreros momentos precursores de nuestra muerte, desde el fondo del abismo de nuestra poquedad y miseria clamaremos al Señor (Ofertorio.) para que, en su misericordia, nos procure los remedios poderosos de los últimos sacramentos (Oración); y nuestro buen Dios, que abriga para con sus fieles sentimientos de paz y no de ira (Introito), y que tiene prometido despachar las plegarias hechas con fe (Comunión), nos oirá, librándonos de las terrenales concupiscencias (Secreta), poniendo fin a nuestro cautiverio (Introito) e introduciéndonos en el cielo juntos con Jesús triunfante, el cual obrará entonces la consumación de las cosas y entregará a su Padre el reino con tantos trabajos por Él conquistado, como homenaje perfecto de Él y de sus místicos miembros. Aquel día será el de la verdadera Pascua, el verdadero paso del destierro a la Tierra de promisión, a la Patria de la Jerusalén celestial, en aquel inmenso "Templo en que todos cantaremos: ¡Gloria!". Y Dios será todo en todos.

En ese día venturoso, por medio de nuestro Pontífice Jesús, rendiremos un culto eterno a la Santísima Trinidad, diciendo: ¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo! Como en el principio, y ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén.

 

INTROITO Jeremías 29, 11, 12 y 14. Salmo. 84, 2

Dicit Dóminus: Ego cógito cogitatiónes pacis et non adflictiónis. Invocábitis me et Ego exáudiam vos et redúcam captivitátem vestram de cunctis locis. V/. Benedixísti, Dómine, terram tuam: avertísti captivitátem Jacob. V/. Glória Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amén

Dice el Señor: Yo tengo designios de paz sobre vosotros, y no de aflicción; me invocaréis y Yo os escucharé; os haré volver del cautiverio y os reuniré de todos los lugares adonde os había desterrado. V/.  Habéis bendecido, Señor, vuestra tierra; habéis acabado con el cautiverio de Jacob. V/.  Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.

 

COLECTA

Dios no tiene otro fin que el de llevarnos a él. Nuestro celo en corresponder a esta obra divina no hará sino moverle a reforzar más en nosotros la acción de su gracia.

Excita, quǽsumus, Dómine, tuórum fidélium voluntátes: ut divini óperis fructum propénsius exsequéntes; pietátis tuæ remédia majóra percípiant. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Mueve, Señor, los corazones de tus fieles, para que, ejecutando con más fervor el fruto de tu divina obra, alcancen mayores auxilios de tu piedad.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

EPÍSTOLA Colosenses 1, 9-14

"Capacitados para tomar parte en la herencia gloriosa de los santos", debemos llevar en la tierra una vida digna de la vocación a la que se nos ha llamado.

Léctio Epistolæ beáti Pauli Apóstoli ad Colossénses:

Fratres: Non cessámus pro vobis orántes, et postulántes ut impleámini agnitióne voluntátis Dei, in omni sapiéntia et intelléctu spiritáli; ut ambulétis digne Deo per ómnia placéntes: in omni ópere bono fructificántes, et crescéntes in sciéntia Dei; in omni virtúte confortáti secúndum poténtiam claritátis ejus in omni patiéntia, et longanimitáte cum gáudio, grátias agéntes Deo Patri, qui dignos nos fecit in partem sortis sanctórum in lúmine: qui erípuit nos de potesáte tenebrárum, et tránstulit in regnum Fílii dilectiónis suæ, in quo habémus redemptiónem per sánguinem ejus, remissiónem peccatórum.

Lección de la carta del Apóstol san Pablo a los Colosenses.

Hermanos: No dejamos de orar por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esa manera vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra buena, y creciendo en el conocimiento de Dios, fortalecidos plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

 

GRADUAL Salmo 43, 8-9

Liberásti nos, Dómine, ex adfligéntibus nos: et eos qui nos odérunt confudísti. V/. In Deo laudábimur tota die et in nómine tuo confitébimur in sǽcula.

Nos salvaste, Señor, de nuestros enemigos, humillaste a los que nos aborrecen. V/. Todos los días nos gloriamos en el Señor, siempre damos gracias a tu nombre.

 

ALELUYA Salmo 129, 1

Allelúia, allelúia. V/. De profúndis clamávi ad te, Dómine; Dómine, exáudi oratiónem meam. Allelúia

Aleluya, aleluya. V/. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz. Aleluya.

 

EVANGELIO Mateo 24, 15-35

De ningún modo debe turbarnos el evangelio del fin del mundo; es el paso necesario del tiempo a la eternidad. A los que hayan recibido a Cristo en la tierra, Él les introducirá en el cielo; a los que le hayan despreciado, los repudiará. La ruina de Jerusalén, anunciada por Jesús e imagen de las calamidades que señalarán el fin del mundo, se cumplió fielmente cuarenta años después del vaticinio. Nosotros no sabemos cuándo vendrá el fin del mundo; pero el mejor medio de prepararnos a él, es poner toda nuestra confianza en Cristo y cumplir fielmente sobre la tierra nuestro cometido de bautizados.

Sequéntia sancti Evangélii secúundum Matthæum.

In illo tempore, dixit Jesus discípulis suis: Cum vidéritis abominatiónem desolatiónis, quæ dicta est a Daniéle prophéta stantem in loco sancto: qui legit, intéllegat: tunc qui in Judǽa sunt fúgiant ad montes, et qui in tecto non descéndat tóllere áliquid de domo sua: et qui in agro non revertátur tóllere túnicam suam. Væ autem prægnátibus, et nutriéntibus in illis diébus. Oráte autem ut non fiat fuga vestra híeme, vel sábbato. Erit enim tunc tribulátio magna, qualis non fuit ab inítio mundi usque modo neque fiet. Et nisi breviáti fuíssent dies illi, non fíeret salva omnis caro: sed propter eléctos breviabúntur dies illi. Tunc si quis vobis díxerit: "Ecce hic est Christus," aut illic, nolite credere. Surgent enim pseudochrísti, et pseudoprophétæ: et dabunt signa magna, et prodígia ita ut in errórem inducántur, si fieri potest, etiam elécti. Ecce prædíxi vobis. Si ergo díxerint vobis: "Ecce in desérto est," nolíte exíre. "Ecce in penetrábilibus," nolite crédere. Sicut enim fulgur exit ab Oriénte et paret usque in Occidéntem: ita erit et advéntus Fílii hóminis. Ubicúmque fúerit corpus, illuc congregabúntur áquilæ. Statim autem post tribulatiónem diérum illórum sol obscurábitur, et luna non dabit lumen suum, et stellæ cadent de cælo, et virtutes cælórum commovebúntur: et tunc parébit signum Fílii hóminis in cælo: et tunc plangent omnes tribus terræ, et vidébunt Fílium hóminis veniéntem in núbibus cæli cum virtúte multa, et majestáte. Et mittet angelos suos cum tuba, et voce magna: et congregábunt eléctos ejus a quáttuor ventis, a summis cælórum usque ad términos eórum. Ab árbore autem fici díscite parábolam: cum jam ramus eius tener fúerit, et fólia nata, scitis quia prope est æstas: ita et vos cum vidéritis hæc ómnia scitóte quia prope est in jánuis. Amen dico vobis, quia non præteríbit generátio hæc, donec ómnia hæc fiant. Cælum et terra transíbunt, verba vero mea non praeteríbunt.

Continuación del Santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el lugar santo (el que lee que entienda), entonces los que vivan en Judea huyan a los montes, el que esté en la azotea no baje a recoger nada en casa y el que esté en el campo no vuelva a recoger el manto. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días! Orad para que la huida no suceda en invierno o en sábado. Porque habrá una gran tribulación como jamás ha sucedido desde el principio del mundo hasta hoy, ni la volverá a haber. Y si no se acortan aquellos días, nadie podrá salvarse. Pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días. Y si alguno entonces os dice: “El Mesías está aquí o allí”, no le creáis, porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos y portentos para engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos. Os he prevenido. Si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “En los aposentos”, no les creáis. Pues como el relámpago aparece en el oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres. Inmediatamente después de la angustia de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo y los astros se tambalearán. Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre. Todas las razas del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Enviará a sus ángeles con un gran toque de trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo al otro del cielo. Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis todas estas cosas, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Se dice Credo

 

OFERTORIO Salmo 129, 1-2

De profúndis clamávi ad te, Dómine; Dómine, exáudi oratiónem meam. De profúndis clamávi ad te, Dómine.

Desde los hondo clamé a ti, Señor; Señor, escucha mi oración. Desde los hondo clamé a ti, Señor.

 

SECRETA

Propítius esto, Dómine, supplicatiónibus nostris: et pópuli tui oblatiónibus, precibúsque suscéptis, ómnium nostrum ad te corda convérte; ut a terrénis cupiditátibus liberáti, ad cæléstia desidéria transeámus. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus,

Muéstrate propicio, Señor, a nuestras plegarias; y después de recibir las ofrendas y oraciones de tu pueblo, conduce a ti los corazones de todos, para que, libre de deseos terrenos, amemos lo celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

 

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De suerte, que confe­sando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines, que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz.

 

COMUNIÓN Marcos 11, 24

Amen dico vobis, quidquid orántes pétitis, crédite quia accipiétes, et fiet vobis.

En verdad os aseguro que cuantas cosas pidiereis en la oración, tened viva fe de conseguirlas y se os concederán.

 

POSCOMUNIÓN

Concéde nobis, quǽsumus, Dómine: ut per hæc sacraménta quæ súmpsimus, quidquid in nostra mente vitiósum est, ipsórum medicatiónis dono curétur. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

Concede, Señor, te suplicamos, que con lo que acabamos de tomar por estos Sacramentos, quede curado en su medicinal virtud todo mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


FOLLETO BILINGÜE EN PDF (más abajo)



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